TERREMOTOS Y LA ACTITUD IRRESPONSABLE
Antonio Abreu Rodríguez
Ingeniero civil
Cuando la tierra tiembla se copan las
redes sociales con las reacciones de los
ciudadanos, expresándose sobre cómo y dónde sintieron dicho movimiento telúrico. Mientras se activan las alarmas y por un
buen rato quedamos a la expectativa
por si se presenta otra sacudida.
Sabemos que los terremotos son reales, que han ocurrido y han ocasionado en el
pasado grandes tragedias en muchos lugares del mundo. En nuestra isla, por ejemplo,
la historia nos cuenta de varios eventos que han destruido ciudades, se han llevado
miles de vidas, con un costo económico que ha sido difícil de recuperar.
La última gran tragedia sísmica de la que fuimos testigos en nuestra isla, Haití 2010
con cerca de trescientas mil muertes, debió dejarnos una experiencia de la que
debimos aprender, pero los hechos demuestran que mantenemos, como país, una
actitud indiferente e irresponsable ante la realidad de que cada día que pasa nos
acerca más al próximo gran terremoto en suelo dominicano.
Desde el Colegio Dominicano de
Ingenieros Arquitectos y Agrimensores (CODIA), han denunciado en innumerables ocasiones y escenarios que más del 90% de las construcciones en República
Dominicana son ilegales e informales. Esto se confirma con el hecho de que para el 2019, en todo el
territorio nacional, menos de 800 proyectos al año estaban siendo aprobados a través del
Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), lo que representa el
cincuenta por ciento de los proyectos que eran aprobados a mediados de la década de
los noventa.
Si comparamos el dato anterior con el crecimiento económico que ha experimentado
el país en los últimos veinte años, debemos cuestionarnos sobre qué sucederá en este
país en caso de un fuerte terremoto con todas esas obras que se están construyendo
sin ningún rigor técnico relacionado a la ingeniería sismoresistente. En muchos casos, en proyectos que ni siquiera cuentan con la dirección o supervisión de un profesional
de la ingeniería o la arquitectura debidamente certificado mediante su exequátur y
colegiatura.
En este país debe tratarse la vulnerabilidad sísmica como un tema de seguridad
nacional. Corresponde a las autoridades nacionales tomar las medidas necesarias
mediante el control de todas las obras que se ejecutan en el territorio nacional. Así
como crear las condiciones que incentiven la legalización de las obras, para que, ya
que no podemos evitar las amenazas de los terremotos, sí podamos reducir su
impacto, salvando miles vidas y millones de pesos en bienes.
Los ciudadanos deben concientizarse de la importancia de utilizar profesionales para
el diseño y construcción de sus inmuebles, de que se hagan los estudios de suelos que
permitirán diseñar las cimentaciones adecuadas, para obtener obras con las mejores
respuestas sísmicas. Valerse de profesionales que dirijan a los constructores
asegurando que se respeten debidamente los planos y especificaciones de sus
proyectos.
Así lograremos que cada ciudadano que salga de su casa o lugar de trabajo por la
ocurrencia de un evento sísmico, pueda regresar brevemente con la tranquilidad de
que su vida y la de sus seres queridos está garantizada por una estructura que los
protege, porque fue diseñada y construida debidamente, después de haber sido
verificada y aprobada por un gobierno responsable a través de las instituciones
correspondientes.